1989, circuito de Hockenheim, Alemania, Gran Premio de 125cc, con Alex Criville luchando por el que seria su primer titulo mundial aunque en esta carrera le tocaría remontar, y entre el grupo de favoritos de la prueba se cuela Taru Rinne, una joven Finlandesa que se ponía en segunda posición en carrera y le intentaba meter rueda al primero.
Ya el día antes había logrado el segundo mejor crono, entre Gianola y Aspar, y termino en séptima posición, en el grupo que peleaba la cuarta plaza.
Vamos, que con sus 20 añitos, no solo hablábamos de alguien que competía dignamente sino que podía aspirar legítimamente a que si se iba viendo una evolución en su pilotaje a ganar carreras.
Ya el año anterior, en la Republica Checa, había obligado a Jorge Martinez Aspar, ya campeón de 125 en el 88 a salir a hacer una vuelta in extremis con lluvia y arriesgando a tope para recuperar una pole que tenia Taru a 15 minutos de finalizar la sesión de calificación, y eso que Derbi había dado ordenes de no arriesgar, pero la cara de Aspar al ver a una joven de 19 años quitarle la pole debía ser un poema, y eso con las agallas de hacerlo ademas en lluvia.
Hoy en día la información fluye por Internet y el deporte femenino es conocido por todo aquel que se interese en conocerlo, pero en 1988-1989, en un mundo sin la red de redes, con solo dos canales y siendo el acceso a la información deportiva el Marca o el As cuando lo traía mi padre a casa, os podéis imaginar que para un chaval de 12-13 años la primera sorpresa era saber que uno de esos pilotos era una mujer, y más aun que estaba compitiendo con los nombres más conocidos.
En aquellos años, no todos los ojos estaban en la categoría de 500cc, la actual motoGP, sino que aunque se le considerará la categoría reina, tanto los 250cc (Actual moto2) como los 125cc e incluso los 80cc tenían repercusión y seguimiento.
Cierto que los mejores pilotos iban subiendo de cilindrada y se lo tomaban como ascensos de categoría, pero si alguien estimaba que se debía quedar en la que mejor le convenía no era un desprestigio, incluso algunos pilotos competían en varias categorías, ahí tenéis a Ángel Nieto, mito y leyenda de nuestro deporte y que cimento sus triunfos en 125cc, 80cc y 50cc.
Aquellas carreras tenían el romanticismo de ver que todos tenían sus opciones, que si el piloto ponía todo de su parte se la podía llevar aunque no fuera la mejor moto, cosa que en 500cc quedaban reducidos a un grupo mucho mas pequeño, y las luchas eran encarnizadas con constantes adelantamientos y escenarios distintos en cada prueba.
Y en esa arena de gladiadores sin cuartel se había colado una mujer, demostrando que ellas también podía.
Su carrera fue corta, en el 90 sufrió varias caídas y lesiones que no la dejaron terminar pero la semilla había sido plantada, no tanto para que nuevas mujeres piloto la siguieran, que las ha habido pero sin tanto éxito, sino para que aquel chaval le prestara atención al deporte femenino y procurara enterarme de sus gestas en otras disciplinas.
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